Calificaciones de riesgo país en Europa y Estados Unidos: Efectos negativos y bondades en América Latina.
Por Shery K. Quintero Guerrero para ASUNTOS DEL SUR
Con motivo de las recientes pésimas calificaciones de riesgo país obtenidas por Estados Unidos y países europeos como Grecia, Irlanda, Portugal y, al parecer, próximamente España e Italia, se ha generado en el mundo bursátil y financiero, un clima de incertidumbre por los posibles efectos que se puedan llegar a producir en el resto de regiones alrededor del mundo.
Analicemos entonces las consecuencias que de la crisis europea y estadounidense se puedan derivar en el contexto latinoamericano.
Las encargadas de alertar al universo financiero sobre las agudas y preocupantes crisis por las que pasan los países y sus correspondientes economías, son las más reconocidas agencias calificadoras de riesgo, como: JP Morgan Chase, Moody´s, Standard & Poor´s y Fitch-IBCA. Las cuales, mediante cálculos económicos y amplios análisis financieros, profieren una única calificación apreciativa sobre el nivel de endeudamiento que puede asumir el país, es decir, la verdadera capacidad de una nación para hacer frente a las deudas contraídas.
Existen opiniones divididas con respecto al verdadero impacto que se pueda llegar a producir en América Latina. Desde luego, la primera aclaración a realizar al respecto, debe ser que teniendo en cuenta la heterogeneidad existente en los contextos nacionales de cada país de la región, les efectos tienden a ser disímiles.
La primera opinión tiene que ver con el impacto negativo que se puede generar en América Latina, producto de la baja calificación del indicador de endeudamiento en las nombradas naciones europeas y en Estados Unidos.
Esta opinión se basa en el registro financiero en negativo que presentaron las bolsas más importantes de la región, a saber, Sao Paulo, Buenos Aires y Ciudad de México, en reacción a la calificación de “bonos basura” a la deuda de Grecia.
De igual forma, tras haber Moody´s calificado de la misma forma a Irlanda en días pasados, se piensa que los siguientes países en recibir dicha calificación serán Italia y Portugal. Tras el comunicado emitido por dicha agencia, los efectos en América Latina no se hicieron esperar, y fue en Colombia donde más se evidenció una importante baja en la bolsa de valores, la cual según los analistas solo duró unas pocas horas, afirman, en respuesta a la especulación de los mercados.
Otro argumento que sustenta la opinión negativa sobre los efectos en América Latina, tiene que ver con lo que algunos analistas señalan con respecto a que una región, nunca se beneficia del daño de otra, lo cual aplicado al presente caso de análisis, significaría que las pésimas calificaciones de riesgo país e incluso la catalogación de “bonos basura” al nivel de la deuda de Grecia, repercutiría ello en derivaciones negativas en Latinoamérica, de manera causal.
Esta tesis resulta refutable, si se tiene en cuenta que justamente la creciente presencia de calificadoras de riesgo país se debe a la proliferación de nuevos mecanismos de inversión y, en especial, a un creciente aumento de la inversión especulativa, en la mayoría de casos inversión extranjera indirecta o golondrina, en la cual empresarios e inversionistas, están dispuestos a tomar los naturales riesgos del mercado buscando obtener mejor rentabilidad. Así las cosas, si una región determinada se ve afectada en su economía de manera grave como lo presenta el caso europeo y estadounidense en la actualidad, no es ineludible que los mismos efectos se presenten en otras regiones del mundo.
Ejemplo de ello es América Latina, donde, según analistas, las economías son saludables y crecen de manera lenta pero constante, y donde las posibles crisis que se presentan no llegan a ser tan intempestivas y agudas. Aseguran que los países de la región aparecen mejor posicionados para enfrentar esta crisis en comparación con otras regiones del mundo, añadiendo, que la situación es más tranquila por la mejora de las reservas internacionales y un mejor coeficiente de pasivos externos líquidos, de igual forma, la situación de ahorro y balance fiscal ha mejorado en los últimos años en la mayoría de países, claro, con algunas excepciones.
En este sentido, se pone en evidencia una visión más positiva sobre los efectos económicos en Latinoamérica.
Así, una baja en la calificación de la deuda de, en primer lugar, Estados Unidos, beneficiaría la aspiración de países de América Latina a ser el receptor por excelencia de un ingreso masivo de capitales. Y en segundo lugar, con relación a las pésimas calificaciones de países europeos, valdría la pena considerar que América Latina sí puede sacar algún provecho de esto, en tanto los inversionistas salgan despavoridos de mercados que parecían estables tradicionalmente pero que han desenmascarado sus economías y han revelado la realidad, y prefieran refugiarse en activos más seguros y commodities, propios de economías y mercados emergentes como los existentes en América Latina.
En esta dirección, se han incrementado las inversiones en países como Brasil, Perú, Chile, México y Colombia, reflejándose en que han sido éstas las principales divisas las que se han estado apreciando en las últimas semanas.
El contraargumento que se puede presentar con respecto a la caída en las bolsas latinoamericanas en respuesta a las malas calificaciones en Estados Unidos y Europa, se fundamenta en que el mercado bursátil se basa en percepciones y nerviosismo de los inversionistas motivados por especulaciones en los mercados financieros, pero sobre ello cabe aclarar que ésta reacción no pasa de ser un contagio psicológico mas no real, impidiendo así que en la práctica se llegue a afectar notoria y estructuralmente el crecimiento económico latinoamericano.
Según Fitch, siete países de la región están en busca de una mejor calificación en el corto plazo, en momentos en que el ciclo crediticio de la región se mantiene apoyado en un saludable crecimiento económico y mayor estabilidad política. Para la agencia, países como Brasil, Colombia, República Dominicana, Panamá, Perú, Surinam y Uruguay tienen un panorama positivo.
En materia de integración, se propone que si América Latina quiere realmente propender por una unificación de fuerzas políticas y económicas en el escenario de UNASUR, por ejemplo, debe aprovechar la coyuntura de tener en su interior reconocidas economías saludables como una fortaleza, frente a la evidente debilidad de otras regiones.
Dicho planteamiento, en pro de trabajar de forma coordinada con el fin de ir levantando la voz al interior de instituciones económicas como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, de cara a reclamar una necesaria demanda que abogue por una reconstrucción de la arquitectura financiera internacional, que tenga realmente en cuenta a todas las regiones del mundo y sobre toda tomen mayor relevancia economías emergentes cada vez más presentes en el escenario internacional.
*Shery es Coordinadora operativa del Observatorio de Política y Estrategia de América Latina (OPEAL)